Saturno 5 : Cuando devorar se hace necesario
El deseo por el cuerpo. La busqueda del cuerpo en el cuerpo del Padre. Herir. Herir. Herirse. La Realidad es solo un deseo.
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- Name: pablo
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Hastíado de no ser elegido o deseado. Me configuro invocando la sangre de Pizarnik y Huidobro. Ahora soy el mago. Los elementos emigran a mi boca y su cielo eterno
Tuesday, September 27, 2005
Saturday, September 10, 2005

Algo, digo, algo habrá que hacer con este tiempo.
El cuerpo es otro,
Otra la letra, otro el deseo, otro el instante.
Se dispensa, si,
Claro que se dispensa,
Pero sobre todo se teme,
Con codicia abierta,
A las horas,
A los niños que se dejan,
Los exámenes,
Los siquiatras,
Los verbos,
Las torpezas,
A una lluvia imposible;
A los rostros verdaderos.
Nada llama porque nada contiene,
Es espantar,
Para no lucir en el tiempo
Hacia uno

De las razones del deseo.
Hay una antigua mentira: la de herirse por un momento para esperar el tiempo.
Eso es lo que sucede. Se sangra para lavar el peso, el peso por un arte mínimo, mínimo de silencios y sentencias.
De las razones del deseo , en este momento, puedo dar dos:
La primera tiene que ver con la de verse en el hambre.
Este hambre divaga, divaga en los cuartos de baño, mientras se espía el rostro del padre al afeitarse.
Es un hambre desprotegida, sonámbula, casi rotunda.
Va y viene. Como si de esperar se tratase.
En la segunda, se encuentra el cuerpo del valor,
Sus ropas ya sin tejido.
Ese es el deseo en esta noche de Sibelius:
Una llaga que deviene en ciervo,
Un bosque junto al cementerio.
Hambre; no silencio.
Monday, September 05, 2005
Peregrino Deseo

Se comprende bien que se desea lo que no se tiene. Se puede entonces desear el odio?, el propio odio para aseverar su fuerza? Se desea la belleza: la del cuerpo, la de la mente; la del alma. Yo deseo la fuerza del propio desear. Y es que en esta noche siento frente a un espejo y le expongo su rostro al deseo: Rastros, rastros, rastros. Un fuego. Algo que se detiene. Una palidez más viva que el aire. Una fe cálida por lo que todavía se entreteje. Una cuerda y una bala. Se comprende que el deseo entierra su fuerza en la Copa. Yo, bebo de ella y me entierro ahora en él. Se comprende que sea un acto ensimismado, en donde se convida al amanecer a cavar por completo sus propios rayos para ser en su perplejo. Se comprende en el hambre su virtud, la de destruir lo que conocemos: unas cuentas para la bruma; un silbido para el tormento. Sed. Sed Sed a cuestas un deseo. Una plegaria, Unos labios Las manos y la vigilia. Se comprende en el peregrino que odia los pasos que lo lastiman. Allí va, como peregrino, como polvo entre los frutos; como ayes de cobarde. |