entre la espada
sometido
con el rigor de tu boca
inunda vestigios;
despliega sigilos

aves entremecidas
como pueblos en donde mirar
el mar o su reflejo
la tristeza del azar

un cuerpo desierto
tu palma al respirar
R E X
O más de ti
O más del respiro
Un recuerdo que columbra
Una verdad frente al espejo

Pero es el agua
Tu espalda y tu oro
El misterio
Tu cabello bermejo

¡Señor en distancia,
Señor de fulgores
En mí otro hombre

En mí el hambre imperpleja!

Corpus Naturalis

La ventana se abre.
Santiago es un espejo roto en colores.

Me uno en cuerpos,
Frente a una plaza
Cuando el temor es otro cuerpo
Cuando me besa una amenaza.

Entonces delirio
Entonces despliego una verdad
Y la idolatro.

Flors de Glaia

me he vuelto prosaico. Pablo , es verdad.
jugué a avanzar. Dicto en el amor.
me aprecio en su cuerpo, en su edad y en su delirio.
pablo, en su delirio.

tomo de mí el sueño. Disfruto mi medievalidad.
respiro en un réquiem. Nadie me ha de alcanzar.
un pajarillo entre los dedos y la flor del gladiolo para espantarme la nieve
(la nieve, Pablo, la nieve)

una figura
y el trajín de saberse en cuerpos,
en cuerpos frente al verdor de una ventana,
con una paz, si pablo, otra, ya no la de los cuartos en febrero.
ahora es octubre. Que no quepa duda.

pablo, si esto es avanzar, entonces advienen los sueños?
siéntate. Ven a mi regazo, así, quédate en silencio y guárdate.
no espantos ni miramientos. Que la nieve no está en flor
y los labios son próximos a tu bendito verano.
así sea, pablo, así sea.

Hacia la Ruta

mi mano en el bosque
la posada a cantar

mi mano en el bosque,
alegrías que horadar.

bella escarcha
labios perlados por la sal,
brillo bermejo,
lejos la herida que mirar

así tan burdo
como pagano es el oficio
tu cuerpo
tu olvido
tu mentira en años;
el llanto que no arrima.

mi mano en el bosque
y tu vientre en despertar:
¡que no me inunde la ira!,
¡que no me robe el trajinar!

Mas, con estas manos.
Mas, con el bosque en pleamar
Corazón en los bolsillos
La marcha sigue igual.

no idéntico

la sombra y su caja
esconden el cuerpo de quien no se ama

un llanto que no aleja los bosques
el decir y su Palabra.

sombra y cuerpo:
¡que los cantos no pervivan!
la espina con su ave.
todos los anhelos.

Allá. cuando bajamos.

Arrojamos la luna
despunta un charco
sin nadie en la calle

ahora es su reflejo
no empuñamos su rostro
más abajo,
los chicos se dan la mano.

Esa vida
El puñal carcomido por el gesto.
El otro abandono.

Ver - Dar

mientras de la copa
vierto el río en ira
noche por pesares
cuerpo que no aquieta

un sol
que cubra mi vestido,
un sol

de verde las praderas,
culminará el dolor,
de verde y con ceguera,
detrás de un sol.

llega, llega a mí
que tu paso no aligere la carga.
ve por el campo pensando,
en el arroyo, en los muertos
o en la miel de la majada.

yo te cubriré en el oro,
pero, ven, amor mío, ven.

En la ventana

hoy es el hambre
y una extraña melodía
un viento en la ventana
y la pereza que vigila

preso del aire
sin mendrugos de poesía

una voz
nada de imagen

y la cena allí tirada
con ladrido y moscas secas
con frasquitos
y recuerdos
y vidrios
y girasoles
para las madres muertas.

Hacia

La otra forma, el otro nombre con sus destinos.
El ahorcado junto a su árbol, sin encender sus copas.

Llama a la larga espera
Un puerco y un trozo de espanto en la herida.
Llama la sal, un punto suspendido entre los cielos
Un ave protegida por la copa,
El sueño, el hambre, el mendigo y su entierro.

La otra forma
Cuando anochece en los jardines del silencio
Un recuadro en la ceniza,
El eco
La segadora:
Un bosque vigila.

Entonces el nombre
El rugir de movimiento
Una fragua con su tela
O el tiempo
O el tiempo
Más quieto
Más entre los refuerzos
Entendido como se debe
Como el niño ante los templos
Un nombre
Y el estado del “sangro”
Ese mar
Que con estatuas
Viene a desprotegernos.
Otra forma
Y aun no oscurece
Me muerdo
Son las hojas
Es el viento
Árbol de razones y de espejos
Tanto más en la vereda
Como en su propio “sentencio”

Otra forma
Otra.
Reducida.
Quieta.
Hacia atrás.
Merecida.
Como tantas
En el lodo
Olvidada
Es el cuerpo
No comprendo..

La Crónica (donde un fuego nos compete a diario)

Se establece que los cuerpos reposan . Que el paisaje se extiende. Que la llamada es un tedio.
Se leen confesiones ajenas, claro. Se llega incluso a ser parte de ellas.
Un recuerdo en donde renegamos.
La ventana está abierta. Hay ruido de motocicletas y de pájaros.
Curiosamente eso es lo que produce vida, junto con la brisa.

No respondo a mis humillaciones. Entablar relaciones en donde otro es tu eco.
Ya no ruego.
Me escondo sí. Trabajo en eso.

Por ejemplo, en el hecho de cercenar y teñir de mares la sangre.
Verme ahí, tendido en amor confuso.

Comienzo a amar la brisa. Se cuela tranquilamente por mi codo izquierdo y me siento acariciado.
Es noble y no me humilla.

Respondo a la tentación. El corazón me paga por eso.