Electra

Coronada en rocío,
vertida mi suerte,
por oscuro puñal:
¡estos ayes,
estas cuevas en furia!
Que el nombre;
Que el telar y la hoguera.
¡Han perdido al Padre!
Hambre de mis hambres,
Sol de mi congoja.
Con el horror de Palacio,
una voz de Sol tejida.
Así, despacio,
en estas manos,
en este pecho de huérfana
con el que vocifero.
Esclava me tengo
Y mi mesa en zozobras:
¡Orestes, que así te llamo,
acaba esta yaga
que en mí reposa!
Mientras más servida la Erinia,
Mal engendro desvela.
¡Esa, esa suerte impía
de vernos en la madre
como entraña inmerecida!