Ah, sed por el Rayo!.
Entre el amor del Padre y el Hijo, mi alma se solaza.
Esta es la noche y su desabrigo. Ésta la sombra donde los ríos vienen a pastar.
Nada es en el tiempo, ni la huella con su risa, ni el oro con sus verbos.
Entonces clamo. Digo el nombre del Padre y hallo el Silencio.
En ese Silencio me desnudo, contemplo mi llanto y me desposeo como un niño.
Hablo con la roca, con el trigo en su total diferencia. Riego la sal con oraciones y me entrego, me entrego por no saber.
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