Lear.
Como sangre que lava los cuerpos,
como bosque coronando el silencio,
alzo la copa, en esta noche
donde me entrego con tormento.
Cubre el viento la mirada
y es una piedad que nos vuelve viejos.
Es un decir de cantos ciegos
y el temor por la caricia de lo eterno.
Como espadas,
¿puede el reflejo, coronarnos el festejo?
Una llama,
un contento
la mies adormecida
en los valles de lo cierto.
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